- Pídeme lo que quieras. La luna, una estrella, tener el sol entre mis manos. Pídeme lo que quieras, pues sea lo que sea, te lo concederé.
- ¿Y si te pido que desaparezcas?
Silencio. En ese momento todo guardó silencio. Nuestro corazones callaron, y él era incapaz de moverse de su sitio. "¿Te duele, amor mío?" Me dan ganas de decirte. Y no, como cobarde agacho la mirada, evitando caer nuevamente en tus brazos.
- ¿Ese es tu deseo?
Susurras. El brillo de tus ojos se ha ido. No sonríes. Te miro y tus ojos, siempre fríos e imprenetables están empapados.
- Sí, desaparece.
"Pero antes, debo de decirte algo: Te quiero." Una vez más vuelvo a ser cobarde, y una vez más te vas y no he podido decir lo mucho que siempre has significado para mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario