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martes, 6 de julio de 2010

Sólo un nombre

Mi corazón empezó a acelerarse, podía sentir los latidos a una rapidez vertiginosa. ¿Por qué me ocurría eso con su presencia? Si fuese sólo eso, quizás no lo notaría. Pero a eso le teniamos que añadir un notoso rubor en las mejillas, una respiración más acelerada, y que mis ojos no hiciesen otra cosa que apuntar al suelo.
-Hola, Sandra.
Incómoda, levanté un poco los ojos. Fue rápido, en unos segundos ya estaban mirando sus negros zapatos. Murmuré un saludo y, nerviosa, junté las manos, apretándolas contra mi pecho.

jueves, 1 de julio de 2010

Ojos de tormenta

Mi larga melena, antes atada con un lazo de terciopelo negro, fue soltada. Pude notar como, a cámara lenta, iba cayendo hasta tapar mi espalda, era una barrera. Mientras caía, me fui girando, temerosa de encontrarme con esos preciosos ojos del color grisaceo de las tormentas. Y, para mi gran pesar, por muchos rezos, súplicas lanzadas a los cielos, estaban ahí, buscaban una presa.