Páginas

martes, 6 de julio de 2010

Sólo un nombre

Mi corazón empezó a acelerarse, podía sentir los latidos a una rapidez vertiginosa. ¿Por qué me ocurría eso con su presencia? Si fuese sólo eso, quizás no lo notaría. Pero a eso le teniamos que añadir un notoso rubor en las mejillas, una respiración más acelerada, y que mis ojos no hiciesen otra cosa que apuntar al suelo.
-Hola, Sandra.
Incómoda, levanté un poco los ojos. Fue rápido, en unos segundos ya estaban mirando sus negros zapatos. Murmuré un saludo y, nerviosa, junté las manos, apretándolas contra mi pecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario