Páginas

lunes, 23 de abril de 2012

Distorsión.

Eh... ¿perdona? ¿De qué material te piensas que estoy hecha? Desgraciadamente no, no soy dura como una piedra, y si esa es mi apariencia permíteme recordarte que ellas también pueden ser destruidas. ¿Que no les duele? ¿Que no lo siente? Afortunadas ellas. Lo haya pedido o no soy un ser humano, siento y padezco como cualquier otro o incluso más.

Que te acerques y después te alejes me anima y a la vez me destroza. No soy una estúpida e ingenua niña que vive de esperanzas, sé perfectamente qué no voy a conseguir. A ti. ¿Y por qué no me alejo? ¿Por qué permanezco? Porque ya he escapado bastantes veces, si no puedo conseguir ser algo para ti, lo aceptaré. Sin embargo, no me pidas que me aleje, pues no pienso hacerlo. No me lo has pedido, lo sé, créeme, soy bastante consciente de tus palabras, las escucho atentamente evitando perderme nada. Puede que no sea ya tan niña, pero seguramente mantenga parte de mi estupidez, porque a pesar de que sé que me va a doler aguantar, he optado quedarme cerca y soportar.

¡Qué asco, por favor! No sabes hasta qué punto me odio, hasta qué punto me detesto. Y a ratos lo mucho que me encanto. En días como ayer daría cualquier cosa por no ser yo misma, por ser más fuerte y más pasiva. En otros, como hoy, adoro permanecer y sentir, porque siento que es una bonita parte mía que nadie más tiene, sí, al contrario que otros parezco resistir aunque a veces caiga. Sigo caminando aunque quiera permanecer caída, continúo avanzando aunque sea a rastras, porque rendirse es de débiles. Estoy harta de soluciones pobres y fáciles, HAY QUE CONTINUAR ADELANTE.

A ratos lloro y vuelvo a caer,
NO LO ACEPTO.

¿Quién es esa? ¿Qué ser deprimido y melancólico es ese el de la esquina? ¿Es un perro callejero lamiéndose sus propias heridas y que parece negar el volverse a levantar? ¿Quiere quedar ahí muerto? No, no y no, yo no soy así. Un tiempo lo fui, negativa y pasiva, dejándome pisar por aquellos que decían quererme y conformándome con el cariño que me daban por puro interés. PUES SE ACABÓ. Digo punto y final a ese trato. Careceré de valor para ti, para tu madre, para tus amigos y para quien le dé la gana. Pero yo lo sé, sé muy bien lo que valgo, sé lo que merezco y sé cómo soy. ¿Sabes lo mejor? Que me da igual. Vuestras opiniones resbalan, carentes de importancia y de valor. Son meras palabras, superficiales y estúpidas, dirigidas a ofender. ¿Lo hacen? Puede. Quizás. Seguramente si estoy sentimental. ¿Durante mucho tiempo? No, se las lleva el viento. No merece la pena guardarlas, no son importantes, no son necesarias, ellas sí que merecen ser tiradas a la basura.

Hoy, al contrario que ayer, estoy más animada, más dispuesta a seguir caminando. Me siento capaz de exclamar: "No me importa lo que pienses, seguiré caminando."

PD: Sé que es raro, va como dirigido a dos personas. Una a la que quiero, otra que me hizo daño.

domingo, 22 de abril de 2012

Cansada, desmotivada.


Cuando va pasando el tiempo y comprendes que nunca más vas a volver a sentir lo que un día sentiste, te entristeces. O por lo menos, ese es mi caso. Quise darle tanto a alguien que cuando me di cuenta de que tales sentimientos no serían correspondidos, me cerré en mí misma y cada vez que tenía una nueva oportunidad, cada vez que parecía que podía acercarme a alguien para poder estar a su lado y que estaba dispuesto a aceptarme tal y como era, huía echándolo todo por la borda. Me lamentaba de mí misma, arrepintiéndome por mi ingenuidad y maldiciendo mi mala suerte. No paraba de lamer mis propias heridas, siendo una estúpida que siempre andaba auto compadeciéndose.
Supongo que el tiempo y las compañías son lo que nos hacen cambiar, pues una vez el primero pasó y las segundas cambiaron noté una mejora, un cambio dentro que me hacía diferente, pero a la vez conseguía fortalecerme y dar un paso más, y otro, y otro…

Ahora, tras tanto tiempo sola, alejada de las calles, distanciada de muchas personas y con pocos con los que contactar alguna ver por cualquier vía de comunicación, me doy cuenta de lo equivocada que estaba hace unos años. Cierto que me ha costado darme cuenta y que siempre me he negado a admitir qué siento hacia otra persona, pero no se puede negar cuando es tan obvio. 

A medida que avanza este texto me apetece rendirme.

Después vuelvo a llenarme de confianza y pensar que todo es posible. Sólo espero que no sea otra mentira con la que me han criado.

Quiero por una vez arriesgar, decirlo todo, expresarme y que salga bien. Odio tanta mala suerte en esos temas, detesto que cuando estoy dispuesta a darlo todo haya algo que se interponga en el camino. Me da mucho asco, y aunque sé que son muchas las personas que han pasado por la misma situación, no me encuentro con ganas de pasarme meses sentada y pensativa mirando un punto fijo.
Lo más importante, no quiero que las palabras traigan consecuencias. Me apetece sentarme y pedir a alguien superior que, de no ser posible, haga que todo siga sin cambiar. Pero eso es imposible, digan lo que digan, no es algo que se pueda soportar. Y no por la otra parte, yo misma sería después incapaz de hablar con la misma naturalidad, me odiaría demasiado. 

Las habladurías, las amistades, harían demasiado mal. Quisieran o no, lo causarían. 

Estoy demasiada cansada, demasiado triste y desmotivada. Ojalá pudiese de verdad cambiar completamente, volverme de piedra.

Ha sido un buen día y una mala tarde.